Si he hecho algo bien en 2017 ha sido sacar más la cámara (de casa, del bolso) cuando he ido a pasear por Madrid. Llevaba años dándome cuenta de que tenía más fotos de Oxford o de Lisboa que de la ciudad en la que he vivido toda mi vida. Son, eso sí, fotos con una temática común: la ecléctica geometría de la villa, que no es una ciudad de rascacielos, pero sí que tiene un peculiar gusto por lo vertical y por el ritmo. Así he visto Madrid, mi hogar, en estos últimos tiempos. Tal vez me haya vuelto a enamorar de la Gran Vía.