Con el tiempo he descubierto que los festivales de música son uno de los mejores lugares para «robar» retratos anónimos. En pocos sitios encontrará uno gente tan feliz como en un festival de gran cartel y buen tiempo. Las sonrisas, los bailes y los momentos de euforia de sus asistentes son la mejor tarjeta de presentación para cualquier festival, así como una joya para cualquier fotógrafo retratista.