Todas estas fotos fueron tomadas en Camuñas, provincia de Toledo, a finales de octubre de 2012, cuando comenzaba la campaña del azafrán en este pequeño pueblo. Allí fuimos acogidos con inmensa amabilidad por José y Carmela, cuya familia es una de las que mantienen el cultivo del azafrán en estas tierras. Para ellos, como para muchos de sus paisanos, el azafrán no es un modo de vida pero, como nos contaron, constituye la ayuda económica que permitirá a sus hijos ir a la universidad. Visitamos algunas de sus parcelas, aprendimos a recoger la flor del azafrán con ellos y disfrutamos de una tarde hogareña en su casa, pelando flores y escuchando un sinfín de historias familiares.
La ‘aventura’ fue organizada por dos conocidos fotoblogueros, Carlos Cazurro y Javier Falcó, como primer taller de la iniciativa RAWSpain. También puedes disfrutar de las fotos que Marta Pereyra tomó durante aquel fin de semana en sus Fijaciones.
Los pistilos han de retirarse de cada flor con mimo y de manera individual. Éstos van al cuenco que hay en el centro de la mesa mientras que la flor, ya inservible, pasa a formar parte del manto violáceo que se va formando en el suelo.
La mañana comienza y las ancianas del pueblo extienten un manto de flores violetas sobre la mesa: es hora de pelar el azafrán recogido la noche anterior.
Las manos pelan decenas de flores cada minuto, pero el producto del día no es más que un cuenco de azafrán que, además, pierde casi la mitad de su peso en cuanto es tostado. Todo el proceso ha de ser rápido, o las flores y las hebras se pudrirán en pocas horas.
La conversación fluye en torno a la mesa camilla, mientras el tiempo es cada vez más frío fuera, y el cuenco con las hebras de azafrán se va llenando lentamente.
La recogida de las flores es una tarea tediosa y cansada, en la que participa toda la familia, ya sean jóvenes o viejos.
Se cultivan de manera alineada, de modo que se recogen haciendo una batida por toda la parcela. José fue nuestro anfitrión durante el viaje, y nos enseñó a recoger las flores con delicadeza y rapidez.
Si no ha helado y no hay lluvia, se puede ir a la parcela a comprobar si los bulbos han florecido y, de ser así, recoger rápidamente las flores para meterlas en canastos y pelarlas y tostar esa misma noche.
Cada flor proviene de un pequeño bulbo, similar al de un tulipán pequeño.
Carmela nos muestra orgullosa otra de las parcelas que ella y su familia dedican al cultivo de la flor del azafrán en las afueras de Camuñas.
Es noviembre y las tardes son cada vez más cortas. Después de recorrer todos los campos de la familia José y Carmela nos llevan a su casa, donde padres, hijos y abuelos se reunen en el salón para pelar todas las flores recogidas durante la mañana, mientras José, en la cocina, prepara el tamiz sobre el que se tuestan las hebras del azafrán.
- Apertura: ƒ/5.6
- Autor: Adriana Martín
- Cámara: NIKON D70s
- Modelo: Las manos pelan decenas de flores cada minuto, pero el producto del día no es más que un cuenco de azafrán que, además, pierde casi la mitad de su peso en cuanto es tostado. Todo el proceso ha de ser rápido, o las flores y las hebras se pudrirán en pocas horas.
- Fecha: 27 octubre, 2012
- Copyright: Adriana Martín PHOTO
- Longitud focal: 70mm
- ISO: 200
- Velocidad: 1/20s
- Titulo: Amarillo. Violeta